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viernes, 26 de diciembre de 2008

Miss Piedras

Ok, ya pasó la navidad, tengo remordimientos de conciencia (maldita pierna de puerco), muy parecida a la que le sobreviene a los animales sociales (no se confunda, zoon politikon) cuando dicen cosas lindas que ya nadie cree y que seguramente por algo será.

Pero me siento bien: no tengo el 90-60-90 de la Miss Sinaloa, pero bendito el Creador yo ni a narcocuetera llego. Es increíble que una mujer que fue elegida para el enajenamiento femenino en aras de su entrenamiento hacia el sexo servilismo haya caído aún más bajo de lo que se esperaba.

En realidad no la culpo, el entorno en el que está no da para más y el país entero padece una epidemia de axiologías con perfiles bajos que acarrean indiscutiblemente una moral social relajada y en el peor de los casos, perdida.

No creo que lapidarla a ella -por ser el ejemplo de una bella con corazón débil y poco criterio- sea lo mejor. Sería una buena idea, en todo caso, pensar en qué habremos contribuido todos para que mujeres así caigan en un destino tan triste. ¿Falta de oportunidades para ser lo que nuestra alma nos tiene destinado a ser? ¿Exceso de telenovelas en la infancia? ¿Ideologías de una aparente -pero rencorosa- sumisión, provenientes de las raíces ancestrales maternas? ¿El imperio del tener frente a la obligación de ser?

Quién sabe. Pero de que hay algo que debimos hacer y no hicimos lo hay.

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