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martes, 10 de febrero de 2009

La leyenda albina

Cuenta una leyenda que el día que nacieran dos tortugas albinas en el sur de las Américas, en el lugar donde duermen Deyanira y todas las amazonas que ya perecieron y se volvieron selva, el sol saldría naranja al día siguiente y una nube traería vientos suaves, pero fuertes, que llenarían de aire rosa los pulmones de los seres humanos.

Que la señal para encontrar tal milagro sería escuchar una voz de sirena enmedio de las trifulcas, que una lágrima de inocencia se volviera río de febreiro en un desierto lejano, y que tras las turbas, un día de paz de sólo diez minutos reinaría en todo el orbe.

Las tortugas, mensajeras de una raza especial de sabios que luchan contra el tiempo, caminarían justo en dirección del Amazonas, para presenciar la llegada de la Maestra y detener el tiempo para quienes necesiten una tregua en la existencia...

Dos tortugas albinas nacieron hoy en la Amazonia. Al extremo opuesto de donde nacieron, dicen que unos niños encontraron una esferita de cristal que contenía cuentas de colores en movimiento y reían. Curiosamente, el día duró diez minutos, y se sintió una ola de paz tan conmovible que hasta el más triste de los humanos lloró alegría. Y que el más irónico de ellos, al verlo llorar, juró que nunca más se burlaría de quienes lloran de felicidad -Miss Universo incluída-.

Eso no fue transmitido por el canal de las estrellas. De hecho, las estrellas estaban en las manos de los dos niños que tenían a la esfera de cristal en sus manitas.

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