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domingo, 29 de marzo de 2009

Apagan sus luces y hacen carne asada

Me tardé en escribir esto porque no podía dejar de reírme. Ayer se supone que "el mundo entero" se unió para apagar las luces durante una hora al unísono. A México le tocó entre las 8:30 y las 9:30 p.m.

Cabe destacar que yo no participé de esta estupidez, una completa tarugada. A esa hora yo iba llegando del teatro y decidí prender la tele para atarantarme un poco. Además, con las tarifas exorbitantes que manejan para mi humilde casa, la mayor parte del tiempo la paso en tinieblas, como a tientas: sólo la luz que mi jefa usa para leer o ver la tele -jamás vemos la televisión con la luz apagada, ya de por sí andamos bien cegatonas como para quemarnos las retinas con la pantalla de la tele-, sólo la luz del cuarto de estudio y mi amada chompu. Prendemos luces conforme vamos avanzando por la casa. Eso es ser ahorradoras, y supongo que también ecologistas.

Así que no, no apagué las luces. Mis vecinas de enfrente sí. Los de al lado, creo que también. Yo no. Que las apaguen los inmisericordes rateros denominados macroempresarios e industriales, con el derrochamiento de agua y luz como si sus productos fueran la panacea que necesitamos para sobrevivir. Que paren la producción de las fábricas que obligan a sus obreros a trabajar hasta en sábado, pudiendo dar semana inglesa y contratando más mano de obra entresemana, sin contar con la posibilidad de adaptar alguna de las nuevas formas de energía que se están generando, como la eólica o la solar. Cuernos que cuesta demasiado. También cuesta demasiado sostener una ciudad llena de focos de luz amarilla y no ahorradora. Que se quiten el "maskinteip" de la boca y digan la verdad: no les conviene dejar de sostener sus macroempresas, fábricas e industrias de gran escala con la luz eléctrica.

Que apaguen las luces de las ciudades estúpidas como Las Vegas, que sólamente alimentan las ansiedades de los sujetos-sujetos (sujetos al cuadrado) que van a depositar sus monedas para pasar un rato de placer jugando en los casinos. Que apaguen las luces las empresas televisoras, que al fin y al cabo la programación está bien chafa. "Nul", como decían en los ochenta los franceses.

Eso pensé mientras hacía zapping con el control remoto. Qué hueva, levantarme a hacerme de cenar. Me traigo el cuarto de yoghurt de moras con nueces y cereal que me encontré en el refri y lo hago mío. Chom-chom-chom...

Hoy mi carnal le compró -como desde hace 18 años lo viene haciendo- el periódico a nuestro periodiquero dominical, el mismo que ha envejecido con nosotros, el que de estar en la miseria y a base de rajarse la espalda ya tiene un televisor. Al que todos queremos en la cuadra, porque ha sabido adaptar, según los años y nuestros ánimos depresendi han ido aumentando, su horario de venta: de las ocho a las once, media hora a razón de cada año que nos pasa.

En el Vanguardia apareció lo tuerta que se veía mi ciudad. Pobrecilla, tan ranchurienta y encima apagada. En el Norte, el encabezado decía más o menos así: "Regios apagan sus luces y lo celebran con una carne asada".

Que me disculpen los regios, pero qué torpes son: ¿Acaso no saben que las vacas son el primer enemigo de la ecología, por ser la especie que más agua traga y que más pastizales se chuta por vaquita? ¿Y tampoco saben que las partículas emitidas por el humo del carbón contienen elementos altamente contaminantes, comparados en su capacidad de destrucción de la agujerada capa de ozono, con los ya legendarios CFC (cloro-flúor-carbono)?

Qué horror me causa a veces la humanidad. Pero más horror me causa ser humana también.

Lléguenle pues, a sus tareas dorminicales. Les mando un beso.

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