Hoy es el día mundial del agua. Ni siquiera sabía que existiera uno. Vaya, ni siquiera sé muy bien si los del África marginada, o los tarahumaras, los de la delegación Magdalena Contreras, los de la periferia de Saltillo, los asiáticos paupérrimos, los ilegales relegados, los que están en guerra, los latinoamericanos perdidos en no sé qué ciudad triste y sucia, conozcan el agua. En un descuido y sólo conozcan la Coca-Cola.
Pero eso no importa. Es el día mundial del agua. Agua para los empresarios de las grandes industrias que se tragan el líquido precioso que nos regala Gaïa, nuestra Madre Tierra, en la manufactura de sus productos contaminantes. Agua para los de la élite que tiene leones en sus casas y como cuatro piscinas que nunca usan porque nunca están ahí. Agua para embotellar diciendo que está purificada. Agua para los españoles que tienen la empresa de Aguas de Saltillo en mi ciudad. Agua para los eternos privilegiados y agua para mi vecino que la tira para barrer la calle principal.
Feliz día mundial del agua.
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