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sábado, 4 de abril de 2009

No voy en tren, yo voy en Klezmer-Acordeón

El día de hoy, 4 de abril, no estuve en Saltillo, sino en las cercanías de Europa Oriental y el mundo judío-hebreo. No me teletransporté, no hubo necesidad de volarle el jet presidencial a Oh.Bamah ni hacerle al Houdini para llegar hasta allá. Simplemente llegué quince minutos antes de las ocho de la noche al café "El Sorbito" para escuchar uno de los conciertos más exquisitos que he presenciado en lo que va del año, en manos de tres tristes-alegres soñadores de la música Klezmer (cantos y música hebrea). Su nombre: Klez & Ajbar.

Una acordeonista, un violinista y un guitarrista-panderista-mandolinista hicieron de sus instrumentos-manos el ticket perfecto para viajar sin tener que pagar mas que el costo de un cafecito (e incluso sin tomarse algo en el lugar) hasta los confines de una cultura que ha sido igualmente admirada y repudiada (especialmente lo segundo): la judía.

Con melodías que combian los registros melancólicos de los bemoles y la euforia de los allegros con una proyección a un pasado reciente que aún duele hasta en el más apartado -pero susceptible al dolor ajeno- de las raíces judío-hebreas, el grupo/trío Klez & Ajbar ofreció un recorrido histórico-geográfico en tan solo una hora a través de la musicalidad de una pieza para ser feliz en tiempos de guerra (que según la propia voz de uno de sus integrantes no pudo ser tocada en Torreón por semejarse ligeramente a las circunstancias de la guerra contra el narco); de aquélla que se toca cuando hay bodas; de una adaptación a la tarantela italiana (cuyo curioso origen de esta corriente musical se debe a la costumbre que tenían los antiguos italianos de tocar piezas vivas a quienes habían corrido con la mala suerte de ser picado por una tarántula. Así, las picaduras de tarántulas eran curadas por los violinistas y no por médicos: el enfermo no se salvaba de la muerte, pero al menos llevaba su vida hasta su fin con alegría y decoro, aunque en algunos casos, el sudor que provocaba el baile hacía que el veneno saliera por los poros de la víctima); de esa otra canción francesa infantil, Le jou de la danse du roi; de la adaptación de las Nereidas a Klezmer; y de Los payasitos tristes (canción compuesta por Giovana, la acordionista), las cuales fueron ideales para viajar a aquellos lugares tan viejos y mágicos a la vez.

El evento se realizó dentro de las actividades contempladas para el mes de abril del Programa Sala de Lectura del Conaculta aquí en Coahuila, pues es en este mes cuando se celebra al libro internacionalmente por ser el día 23 la fecha de su conmemoración a nivel internacional.

A pesar de tener un contenido rico en raíces hebreas y el virtuosismo musical de sus ejecutantes, la música Klezmer que fue presentada la noche de hoy en realidad tuvo poco público: acaso conté unas cinco personas aparte de los mismos de siempre que andamos ahí por obra de los hilos de Ariadna, del Espírituo Santo y del trabajo de promotoría cultural que a nivel independiente realizan personajes como Víctor Mendoza Zamora, además de un esfuerzo notable de José Antonio Santos "Buba" y Xiomara Alvgar por coordinar que el evento se realizara de manera puntual.

Me parece que en esta ocasión, además de la poca difusión cultural que los medios de comunicación -impresa, televisiva y radiofónica- le dieron a un evento de esta categoría, también hay que reconocer que el "mochismo" de los saltillenses aún no ha sido expulsado de su genética. Y para muestra un botón: dos señoras que no tenían ni veinte minutos de estar en el café, en cuanto escucharon que el evento que se presentaría a continuación era de música hebrea, no escatimaron en la no observancia de las reglas de urbanidad -que antiguamente los saltillenses "de nacencia" aplicaban en su aburrida vida cotiana- y escaparon de lo que seguramente fue un prurito religioso en su día de libertad hogareña.

No obstante, sigo pensando que una difusión cultural realmente comprometida con su objetivo de comunicar y educar a las masas en el fomento de la cultura y las artes corre a cargo directamente de los medios de comunicación. No estaría nada mal que los periódicos publicaran diariamente la agenda artístico-cultural de la ciudad. Y si no hay eventos, de perdido recomendar un libro o una película. Yo supongo que la misma tinta que se gastan para despotricar en contra de políticos, cambios económicos, nota rosa y amarilla y negra (voilá un nuevo integrante del concepto del sensacionalismo periodístico mexicano), bien puede ser usada en un pedacito de media plana o tal vez menos para publicitar lo que con tanto esfuerzo, tiempo y dinero se realiza cultural y artísticamente hablando. Radio y televisión debería hacer lo mismo: fregar una y otra y otra vez con los eventos culturales a realizarse durante el día, sean éstos relevantes o no. Nadie les pide que califiquen, la cosa es educar y la educación que de antemano ya es pasada por el ojo calificador es una educación restrictiva, y por lo tanto, poco efectiva.

De manera que, si por ahí escuchan el nombre de Klez & Ajbar y se enteran que harán una presentación en su ciudad, no duden en apartar fecha para ir a verlos. Pero sobre todo, no duden en divulgar el evento. Digan que la música Klezmer es a los judíos lo que el Jazz a los negros. Y verán cómo se les abarrota el lugar.

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