O séase, dolor de cabeza. No por migraña, sino por perforación de orejas.
Sí, atenté contra la voluntad de Don Miguel, y contra mi hippiosa idea de que si te perforas el cuerpo se te sale la energía. Y contra mi leve complejo de "las orejas asimétricas": como fui la cuarta de la familia, haciéndole un sentido homenaje a mi signo chino perro (el justo, equitativo y aburrido perro), saqué una oreja como mi padre y otra como mi madre. Lo mismo pasa con los pies. En fin...
El caso es que después de 26 años (uuuuuh) me hice sendos agujeros en mis orejillas. Fue con pistola (a presión, ni te dan tiempo de decir maldiciones ni nada). Me retumbó el cerebro. Ahora me retumban los lóbulos. Tomaré diclofenaco, de verdad me duelen.
Me siento "mona". Lo más femenina que hasta el momento había podido ser.
Ahora sí, ¡que vengan las artesanías oaxaqueñas para comprarme esos aretitos artesanales que tanto he querido, pero que coyonamente no me había animado a ponerme!
Dejen pienso algo más relevante, esto es un suceso personal... Como el 40 por ciento de este blog.
Besuvios!
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Hace 43 minutos
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