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viernes, 9 de enero de 2009

Don Jerónimo






Don Jerónimo es el último de los saraperos tradicionales. Tiene setenta y un años como tejedor de sarapes, ochenta y cuatro de vida. Es decir, empezó su vida entre hilos multicolores a los trece años de edad.

Mientras desliza la "lanzadera" (especie de babucha alargada de madera con la que los saraperos se ayudan a separar los hilos blancos para entretejer el de color), mantiene su anciana figura con el garbo de quien sabe que hace arte y no artesanía; también piensa, de segurito, en los colores que le pondrá a su sarape saltillense, tripartita por antonomasia: el diamante agregado (pequeños romboides de colores vistosos dispuestos en uno grande) al centro, combinado a la perfección por el fondo y la cenefa de origen tlaxcalteca (saludos, abuela Fina) con la flor en tres picos en disposición horizontal, denominada "la manita", que es el símbolo representativo del trayecto que estos indígenas hicieron hasta llegar a donde los antiguos coahuiltecos y demás subrazas chichimecas.

Don Jerónimo no habla, no escucha la radio. No oye muy bien ya a sus ochenta y cuatro años. Cuando uno le dice "gracias" lo escucha porque intuye la sombra iluminada de una voz que le agradece la paciencia de armar hilos de colores vistosos. Una paciencia que se vuelve delicia a la vista de quienes no sabemos bordar una triste servilleta: el telar en las manos de Don Jerónimo se vuelve un jardín.

2 comentarios:

Marcelo Dance dijo...

Dicen que mientras los Mexicanos descienden de los Aztecas y los Mayas, y los Peruanos de los Incas, los Argentinos descendemos de los barcos...

A veces uno siente vergüenza porque en su país (el mío) no se respetan las tradiciones ni los monumentos históricos (Salvo aquell@s que viven llenándose la boca con discursos "tradicionalistas" y después, por lo general, no hacen un carajo).
Es muy común tirar abajo un monumento histórico y reemplazarlo por un Shopping Mall o una Estación de Servicio con Drugstore (Gasolinera).

Por lo visto, en México sucede todo lo contrario. Y eso es bueno.
Conservar la verdadera tradición y respetar las muestras de arte ancestrales es perpetuar de alguna manera ese espíritu en las generaciones por venir.

Me encantó el trabajo de Don Jerónimo, que demuestra que para seguir haciendo no hace falta más que voluntad y entusiasmo...

Besote Marlenucha!

Marlén Curiel-Ferman dijo...

Ése Marcelino!

Pues sí, entre tanta cosa agringada, en mi ciudad Little Jump se pusieron las pilas e hicieron un musfeo del sarape hará un año o algo así.

Hay algo que los littlejumpenses tenemos, y es que somos muy celosos de las pocas tradiciones que nos heredaron nuestros conquistadores, quienes fueron por partida doble: tlaxcaltecas y españoles.

Yo pienso que en tu país no hay muchas raíces qué rescatar porque son una cultura relativamente joven. Pero por lo pronto ya nos entregaron el Tango, Mafalda y Les Leuthiers. Tal vez podrías ser el primero en impulsar las raíces de tu gente, podrías ser un excelente promotor cultural de tu Bas As y de Goya, tienes la radio a tu favor y posees ingenio.

Gracias por querer las cosas de México. Ojalá que todo fuera positivo para pavonearme siempre en este blogsucho.

Abrazos!