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viernes, 30 de enero de 2009

Indicadores de la anormalidad

Veo las noticias y me doy cuenta de que vivimos una etapa en donde lo patológico, las injusticias, es algo normal. Una anormalidad aceptada dentro del rango de lo digerible, lo tolerable, lo esperable.

Son indicadores de la anormalidad. Lo que nos hace tener lagañas en los ojos. Vivimos una etapa en donde lo ilógico es tomado como algo válido.

¿Quieren algunos ejemplos? Va:

Una megamarcha en el zócalo, hecha por campesinos. Exigen el derecho a la alimentación... ¿Se dan cuenta? Un campesino, unas manos que cultivan y dan de comer a un pueblo entero no tiene para comer. "Nos han dado la tierra", de Rulfo, sigue siendo tan vigente y destrozador como cuando se publicó la primera vez.

Los campesinos exigen que se haga constitucional el derecho a la alimentación. Eso nos remite a dos ideas principales, a saber:

1. Que la Constitución se está convirtiendo en derecho vigente no positivo. Es vigente porque sigue siendo el parámetro legal a través del cual se miden las conductas de los ciudadanos mexicanos y del Estado mexicano y la República como forma de gobierno. No es positivo porque su contenido está siendo olvidado por nuestros representantes, por los funcionarios públicos y por jueces y magistrados que sólo toman café con amareto.

2. Que es evidente que en México sólo sabemos vivir ciclos de cien años. Que a pesar del preciso -y precioso- instrumento legal que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos representa para un Estado democrático, la lucha por la supervivencia ha lindado sus fronteras con la indignación a causa de la pobreza extrema y la falta de recursos económicos que sustenten a la base de la economía (según el prototipo tradicional): la agricultura. Es más que evidente que un ciclo más se cierra, y que una vez más, los pobres están más pobres y los hacendados revivieron. Tierra y libertad, espéranos otros cien años, por favor.

Lo anormal nunca fue tan normal.

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