Sucumbí al Facebook:

lunes, 12 de enero de 2009

La CEDH en Tlaxcala y la CDHEC (o lo que es lo mismo, dondequiera se cuecen habas)

20 trabajadores de la Comisión de Derechos Humanos en Tlaxcala fueron despedidos injustificadamente. Y hoy ocuparon la sede. Bien por ellos.

Eso me hace pensar que no he sido la única que ha pasado por una decepción en la sede estatal de una comisión de derechos humanos. Parece ser que dichas comisiones buscan a cretinos con perfiles bajos en lo que a ideales del respeto a los derechos humanos se refiere. Y no lo digo porque sí.

En diciembre de 2004, cuando yo aún era estudiante, fui engañada por la entonces vicepresidente de esa comisión. Me dijo que me contratarían como empleada de medio tiempo, argumentando que era una base para estudiantes que haríamos nuestras prácticas por un saldo risorio a cambio. Para marzo del 2005, y luego de ser negreada las 24 horas del día entre traducciones español-inglés y viceversa y francés-español, me dijeron que no me pagarían porque no tenían dinero.

Me salí. Acaso me defendería en agosto de ese mismo año contra las ofensas que dicha abogada-catedrática de la universidad de donde egresé- me hizo. Pero, a diferencia de los tlaxcaltenses, yo no fui apoyada por ningún otro compañero en esta acción impune.

Me da gusto, pues, que allá halla más valor para enfrentar a líderes corruptos. Me da tristeza, también, que los únicos lugares a donde la gente -en su ingenua credulidad- acude, sean dirigidos por seres que de humanos tienen muy poco.

Desde 2005 aprendí a no fiarme de esas instituciones, pantalla de la defensa de los derechos humanos. Y me dedico a exigir al aparato judicial -desde la suprema corte en adelante- que trabajen en lo que les toca: la impartición de la justicia.

Pero no sé si ellos tengan la misma noción de la justicia que tengo yo.

No hay comentarios: